sábado, 27 de diciembre de 2008

Efecto Dominò



Noviembre es eterno… la calle no es la misma desde que tú no estás, en las tardes gruñe el desconsuelo y el mirar de las ventanas se deshace al mayoreo: ruge el perro, ladra el gato, todos gritan, sordo el necio. Mi columna vertebral se desdobla en escalones por un dolor producto de horas de tráfico sentado frente al computador. La ciudad está vacía, como siempre lo ha estado, pero ahora los suspiros del aire caminan sobre sí mismos, los tejados de las casas se derrumban como templos en post-guerra y los colores son sacrificados, sustituyéndose por tonos de blanco y negro como en un retrato antiguo.

Me siento atrapado entre un olvido involuntario, sé que la tristeza es momentánea, que como en los olmos, la primavera ha de volver, pero recordarte me hace añicos la esperanza y ésta es dirigida hacia la caja trituradora, donde el presente es desgajado como cáscara de fruta y devorado por el miedo.

Respiro hondo, cuento hasta tres, o hasta cuatro y cinco. Al instante te pienso como un personaje de còmic con su nubecilla de ideas en la que se dibuja un rostro parecido al mío, es probable que me pienses, o acaso es pura ilusión. Mentiría si aseguro que me aturde tu ausencia, es teatro e histrionismo pretender que me pierdo y me reencuentro si me faltas, pues debo reconocer que me excita no verte por cuestiones de hipocondría personal. Admiro mi astucia de inventar pretextos tan creíbles que solventan tu posesión, y yo idolatro tu manera de fingir que nada pasa, porque mientes proponiendo destruirte en efecto dominó:



Primero un golpe



Y otro más…



Luego nada
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Solo caes
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®Adrián Mariscal-2008