domingo, 12 de julio de 2009

Me matas




Me matas,
de verdad que me matas
Me matan tus resuellos ahogados en el aire,
y tus piernas entreabiertas 
permitiendo más de un sismo,
y tus muecas de lamento 
con su pizca de inmundicia,
¿será que el fuego ya no quema sin ardernos las manías? 
Ay mi vida, más deprisa, 
que si tu cuerpo es líquido sagrado,
soy tu esponja, 
dame de beber.

Me envuelves, 
de verdad que me envuelves, 
en tus formas nebulosas 
con sabor a sol helado, 
en la sal que me derrite 
como boca al chocolate, 
y me pierdo entre tus huecos 
regresando al dos por tres, 
soy un látigo maleable 
que acaricia y se estremece, 
ya no duele, 
ya no asusta,
se libera.

Me complicas, 
de verdad que me complicas, 
cuando veo tu cara ausente 
esperando la salida, 
me convierto en una bestia 
que no entiende negaciones, 
porque todo lo permites 
como máquina flexible; 
hormiguean los dedos, 
crece el aspa, 
si me muerdes no te extrañe 
que no quiera desprenderme.

Ay, no pares, 
sigue hirviendo, 
enaltécete en el cuadro 
y clava el ancla más abajo, 
¡que erosionen las reservas!, 
¡que retiemblen nuestros pechos!, 
si los ruidos hacen eco, 
es la voz de ti chocando 
que regresa a mí de vuelta,
lengua a lengua, 
labio a labio.

Me matas, 
de verdad que me matas, 
me matan tus cenizas 
dibujadas en el cuello, 
y tu aura de inocencia 
endiablada en el momento, 
y tus miradas displicentes 
que hacen juego con mi máscara, 
¿será que las mentiras 
transpiran más que la verdad?

¡OH, amor de carne!, 
amor de noche y de vapor, 
no me muevas, 
no desistas, 
no me sueltes…
que me matas.




®Adrián Mariscal-2009