domingo, 28 de junio de 2009

Como si fuese el último día

Hacía mucho que no se sentía tan bien, pero ese día de lluvia materializada decidió que era el día indicado para liberarse. Salió con su impermeable y con la vista al frente, caminó con destino hacia ninguna parte…








Desde el principio del trayecto le pareció que el clima era perfecto: gotas gruesas rebotando contra el piso, charcos de agua imparable fluyendo como riachuelos junto al contorno de las banquetas y aire partiendo las gotas en cápsulas delgadas y multiplicadas. La noche por su parte caía implantando su tapiz oscuro y estrellado, el silencio era gozoso, se escuchaba sólo el sonido del líquido al mojar el pavimento y el aire que con dinamismo refrescaba árboles y calles.

Si su emoción era tal que sollozos inadvertidos rodaron por sus pómulos nadie al verlos pudiese diferenciarlos de la lluvia. Se sentía ligero…ligero y libre. Corrió de ida y vuelta sin rumbo fijo enjuagando su pensamiento de malos recuerdos en todo momento.

Corrió y corrió sin claudicar a seguir, después de un tiempo se percató que había olvidado los zapatos, nada trascendental porque finalmente correr descalzo era como permitir que el alma escapara y después de un chapuzón regresara cuando lo creyera necesario. En aquel instante era necesario únicamente dejar que su cuerpo siguiera un ritmo comandado por su mente.

Jamás sintió lástima por X, entregó el corazón hasta el último minuto y eso era algo que lo dejaba satisfecho, pensaba que todo suceso seguía un orden lógico y traía consigo una razón que bien asimilada podría ser utilizaba a su favor.

De regreso a casa cayó rendido al suelo breves pasos antes de llegar a la cama, pues de pronto le pareció el lugar más fresco y acogedor para dormir. No recuerda la totalidad de años que estuvo somnoliento pero al despertar un expresso lo esperaba en la cocina; abrazó a su madre quien con una mirada mimosa y comprensible le solapaba no haber pasado la noche en casa. No hubo necesidad de explicaciones, pero sí de un abrazo dedicado a sanar el alma, como atajando buena energía a un ser amado cuando más lo necesita.

Armonizado con versos de Verne y continuamente una novela de Bucowski leyó como nunca sin concebir el tiempo, y escribió a la par dejándose llevar por la diarrea literaria que lo emancipaba.

Y como si ése pudiese ser el último día de su vida, decidió que habría que pasarla fenomenal, así que decidido llamó a sus amigos para tenderse a pláticas tan loables como interminables, se fue de compras, cantó un intento de ópera en la regadera sin censura ni efectos de sonido, versionó el tango, pop y cumbia con coreografías cero estéticas pero bien intencionadas, recitó frente al espejo poemas memorizados en sus antiguos recitales, comió helado de vainilla con pastel de chocolate robando el molde y sin pagar, cometió errores, más de lo común, fue un imperfecto-sin-moral-acusadora y se reconcilió con el orgasmo durante noches enteras para terminar desnudo en un lugar anónimo por ocasión.




Lo que seguía era aún mejor, pues con los ojos cerrados, los brazos al aire y acelerando el paso, saltó sintiendo que volar era posible…









®Adrián Mariscal-2009

jueves, 11 de junio de 2009

Pausa




Dicen que hay un lápiz recorriendo la Alameda, que va trazando guiños, gestos, soplos y paisajes; estampas, compras, tráfico de miedo; claxon, noche, sexo en la subasta; dime, espera, mejor vete; tiembla, tiempo, corre que te alcanzo; salto tras salto, giro, vuelta y dónde caigo; mentiras, fobias, historias de un segundo; ¿cuándo fue la última vez que te volviste loco?; gente sobre gente y después más gente; come pronto y cero sano; patea, destruye, engaña y pinta tu raya; frío, lluvia, ¡trágame tierra!, luces, pies, estrés, coraje, ¡¡¡¡GRITO!!!!







/ Pausa /










®Adrián Mariscal

domingo, 7 de junio de 2009

Olvidé mi escoba en tu ventana



/ Toc toc toc /


Olvidé mi escoba en tu ventana y desde ahora soy más lento cuando de llegar a ti se trata. Lamentarás que ya no tenga la intención de hacer un eco a tu impaciencia, o que por costumbre ya no quiera atolondrarme a cada noche por pensar en ti, ni sonreír estúpidamente, tal como una hiena a diferencia del paisaje. Sumido en una sábana de sueños húmedos, embarrado el sexo en la psique y en las manos.

La última vez me había jurado no volver a llamarte, pero la telepatía hizo de las suyas y heme aquí situado en la banqueta, asustado por el terror que ocasiona mirarte en cada objeto, por debajo de mis mapas, intimidado del peligro, a través de la garganta y fracasado en mis ensayos de pretender tenerte en el rincón de mi sillón.

Por vivir en mi mundo aparte de la mano al plato se me cayeron los zapatos, el café como remolino me hizo chispas la faringe. Los cubiertos se creyeron D´Artagnan y trituraron el trozo de panqué, y yo que de porciones estoy lleno hasta los huesos.

Haría falta un opulento manjar en tu mesa después del ajedrez, y brindar por importancias como la hora número 25 o las rayas que nunca piso en las banquetas, por los cuatro dedos de mi mano izquierda y las 15 veces que he mirado a Peter Pan, pero sobre todo, brindar por ese, el innombrable, por quien rompería mis piernas porque estuviese presente a la salida del teatro.

Además olvidé mi lengua enroscada en la nevera, tres centímetros de piel que no sobrevivieron al brote de sadomasoquismo aquella tarde de cuaresma. Entre mi lista de extravíos hay también espacio para mi plumero de avestruz, el disfraz de Don King Kong, mi colección de fantasías playboy, y mis tacones de… de esto último NI UNA SOLA PALABRA.

¿Podrías facilitarme el uso de la escalera para rescatar a mi gato atrapado en tu manzano? O bien, si no es mucha molestia permíteme sacudirlo para que caigan a su vez el montón de pensamientos que olvidé entre sus ramajes.

Por mi cortometraje interminable, los libros negligentes con sus dos que tres poemas dedicados, los momentos enterrados y todo índice de recuerdos simultáneos tampoco debes preocuparte, puedes quedártelos todos…




¡Pero devuélveme mi escoba!





®Adrián Mariscal-2009

jueves, 4 de junio de 2009

Queda prohibido llorar con la nariz


Tremendo horror asirme a un muñeco para usurpar tu cuerpo de criatura dócil. Memorizar su talla/ y corregir condenas/ intolerar sus gestos/ y llamarlo por tu nombre.

Los muñecos son una especie en peligro de extinción que nadie quiere rota. Perversa creación donde a falta de vida sobra material sintético-perfecta-imitación. Insensibles agostos cuya ausencia de guerra traen consigo un mar impío de absoluta paz.

¡Qué se vengan los cometas y nos inunden de dragones!, ¡Caigan los impuros! uno a uno hasta limpiar la arena. Y de las almas, ¿Qué hay con ellas? - Un vacío mezquino irremediablemente - de ellas hacer un nudo trabado en la conciencia. 

Y que me salve pues la fiebre, pero no una imagen, esta imagen que de mí se esfuma escurridiza y ya no intenta, y ya no quiere, y ya no gusta de fingirme…pues la he delatado y ha caído a la tarima donde caen los dioses.



¡Qué comience el espectáculo!
Pero después
(Exactamente después)

Queda prohibido llorar con la nariz.




®Adrián Mariscal-2009